Sobre la línea general del movimiento comunista internacional

* Publicado en Antorcha nº 8, mayo 2000.

Armando Liwanag, Presidente del Comité Central del Partido Comunista de Filipinas, es el autor del epílogo al folleto Los rasgos característicos de la estrategia militar mundial del imperialismo estadounidense, escrito por el grupo Ray O. Light en el verano de 1.999. Este epílogo —lamentablemente no hemos podido leer el folleto de Ray O. Light— nos ha llamado mucho la atención, por cuanto que en él se esboza todo un planteamiento de lo que, a decir de Liwanag, ha de conformar la línea del movimiento comunista internacional; una cuestión, como se comprenderá, de la mayor importancia, que afecta a todos los partidos, organizaciones y grupos comunistas y en la que nosotros, naturalmente, estamos interesados.

Liwanag comienza su epílogo al folleto aludido haciendo referencia a la «presentación precisa, concisa e incisiva del tema en cuestión», para continuar: «adoptando una posición marxista-leninista, Ray O. Light sitúa el asunto en un marco que considera al imperialismo como fenómeno político-económico, como la última etapa agonizante del capitalismo, y resalta la necesidad de una revolución armada popular como componente principal de la línea general del movimiento comunista internacional».

Como hemos advertido, no hemos tenido la oportunidad de leer el folleto que comenta Liwanag pero, ateniéndonos a lo que él ha escrito, si no le hemos entendido mal, el tema en cuestión se refiere a los rasgos característicos de la estrategia militar mundial del imperialismo estadounidense. Este preciso análisis es lo que permite resaltar la necesidad de una revolución armada popular como componente principal de la línea general… Pues bien, bajo nuestro punto de vista, éste es un planteamiento erróneo, unilateral y muy superficial de la cuestión, por cuanto pone el acento en uno de los rasgos del imperialismo, y no en el más importante (limitándolo, además, a un solo país) para dejar de lado otros rasgos esenciales reduciéndolos a la categoría de fenómenos político-económicos. Como habremos de comprobar más adelante, esta concepción se asemeja mucho a la del ultraimperialismo que defendiera Kautsky, para el que el imperialismo venía a ser también un fenómeno político además de económico. El que ahora se nos presente el fenómeno en la forma política más pura, militarista, no cambia nada los términos del asunto.

¿Cuál puede ser el contenido de esa revolución armada popular que Liwanag señala como componente principal de la línea general del movimiento comunista internacional? Como luego también veremos más en detalle, no se trata de la revolución proletaria que se desprende de una manera natural, lógica e histórica, de la existencia y el dominio del imperialismo, del régimen de los monopolios industriales y financieros que dominan hoy en todo el mundo como base del fenómeno político; es decir, el componente principal de la línea general del movimiento comunista internacional, no sería la revolución proletaria, sino una muy difusa e imprecisa revolución popular.

Sentada esta premisa ya estamos preparados para definir al enemigo. Cedámosle de nuevo la palabra a Liwanag: «al final de la guerra fría, el imperialismo de los EEUU se ha convertido en la única superpotencia, con una arrogancia altanera, al ser la potencia imperialista más fuerte en términos económicos y militares. Ha mantenido y reforzado su posición como primera potencia imperialista y, por tanto, es ahora más que nunca el enemigo nº 1 de los pueblos del mundo». A continuación, Liwanag comenta los efectos del «neoliberalismo y la globalización», las condiciones que genera «la lucha de clases, especialmente en los países imperialistas de segunda fila» y «la confrontación y competencia de los EEUU con sus aliados imperialistas», señalando que «las más graves y numerosas víctimas del imperialismo de los EEUU y de toda la alianza de las potencias imperialistas son los pueblos y naciones oprimidas de Asia, África, América Latina y los países del antiguo bloque soviético». «El imperialismo —completa su exposición Liwanag— no sólo exprime a los países exportadores de materias primas, sino también a aquellos países que venden productos manufacturados para la exportación, como los de bajo valor añadido del sudeste de Asia y China o los de mayor valor como Corea del Sur o Taiwán». La conclusión que se deduce de todo esto es obvia, de modo que Liwanag no nos hace esperar para explicarnos: «la contradicción principal en el mundo es la que se da entre el imperialismo y los pueblos y naciones oprimidas. Es más necesario que nunca comprender la cuestión crucial de que el componente principal de la línea general del movimiento comunista internacional es llevar a cabo la revolución contra el imperialismo y sus regímenes títeres reaccionarios en los países de los pueblos y naciones oprimidos».

Aquí, como vemos, el que es ahora más que nunca el enemigo n° 1 del mundo (los EEUU) ha desaparecido para dejar lugar a la contradicción principal en el mundo, lo cual no es lo mismo, aunque lo parezca. Esta contradicción incluye o engloba la otra, pero tiene en cuenta también a los otros Estados imperialistas y a las naciones oprimidas; es decir, es una contradicción de orden superior a la que enfrenta sólo a los pueblos del mundo con el enemigo n° 1. El problema, sin embargo no queda resuelto, por más que Armando Liwanag nos insta a comprenderlo como una cuestión crucial. ¿Contra quiénes habrían de dirigir sus armas los pueblos del mundo? Liwanag señala para éstos, como enemigo n° 1, al imperialismo de los EEUU. ¿Contra quiénes deberán de luchar los pueblos y naciones oprimidos? Liwanag nos dice que contra el imperialismo en general, pues aquí se trata de la contradicción principal. Planteando así el problema, una contradicción no anula a la otra, es cierto, pero en el orden de prioridades resulta que la contradicción principal queda, de hecho, anulada para supeditarlo todo, en la práctica, a la lucha contra el enemigo n° 1, o sea, contra los EEUU.

Éste es, como se sabe, el mismo esquema que han estado defendiendo durante muchos años los revisionistas chinos y que sirvió de fundamento teórico para su teoría de los tres mundos, con la sola diferencia de que ahora Liwanag excluye del primer mundo a los países del bloque socialista para incluirlos en el tercero. Rusia, China, Turquía, Brasil, la India, Egipto, Sudáfrica, Argentina, México, Indonesia y otros importantes países capitalistas quedarían, según la nueva clasificación que hace Liwanag, entre las naciones oprimidas que, junto a los pueblos oprimidos, formarán el componente principal de la evolución armada contra el imperialismo del que cabe destacar, como enemigo n° 1, a los EEUU. Incluso es posible que, afinando un poco más, podamos incorporar a ese componente principal a más de un imperialista de segunda fila que se hallan también cada vez más enfrentados a los yanquis.

Ahora, de lo que no cabe ninguna duda es que, en ese esquema desaparece el proletariado y la contradicción que le enfrenta a la burguesía en el plano mundial y en cada país. ¿Tiene todo eso algo que ver con el marxismo-leninismo? Veamos.