El carácter de nuestra época, sus rasgos, tendencia y contradicciones principales – [continuación]

Desde nuestro punto de vista, para poder determinar el componente principal de la lucha revolucionaria, no basta con tener en cuenta solamente uno de los rasgos de un Estado o grupo de Estados capitalistas. Para ello hay que saber, ante todo, qué clase se halla en plena decadencia y cuál está en ascenso en el plano mundial. Esta cuestión es, como indica Lenin, esencial para comprender los rasgos principales de la época histórica así como su tendencia principal:

«Si podemos saber, y sabemos, qué clase ocupa el lugar central en tal o cual época y determinar su contenido principal, la tendencia principal de su desarrollo, las principales peculiaridades de la situación histórica de esa época, etc. (…) podemos trazar correctamente nuestra táctica; sólo el conocimiento de los rasgos fundamentales de una época dada servirá para considerar las peculiaridades más detalladas de tal o cual país»1.

Lenin analizó nuestra época, caracterizándola como «la época del imperialismo y la revolución proletaria», señalando así su rasgo y tendencia fundamentales. De acuerdo con esta caracterización sitúa al proletariado en la posición central, como la clase hegemónica de la revolución. Pero Lenin no se limitó a dejar bien sentadas estas cuestiones esenciales, sino que también avanzó las ideas para establecer una línea general justa para el movimiento comunista internacional. «La revolución social sólo puede producirse bajo la forma de una época que una la guerra civil del proletariado contra la burguesía en los países avanzados con toda una serie de movimientos democráticos y revolucionarios, comprendidos los movimientos de liberación nacional, en las naciones subdesarrolladas, atrasadas y oprimidas»2.

Por su parte, Stalin, en su obra Los fundamentos del leninismo, expone las tres tesis fundamentales de que parte la teoría leninista de la revolución proletaria que por nuestra parte resumiremos:

«Primera tesis. La dominación del capital financiero en los países capitalistas adelantados (…) acrecienta la indignación de la clase obrera contra los fundamentos del capitalismo y lleva a las masas a la revolución proletaria como única salvación.

«De aquí se desprende la primera conclusión: agudización de la crisis revolucionaria en los países capitalistas; acrecentamiento de los elementos de un estallido en el frente interior, en el frente proletario de las ‘metrópolis’.

«Segunda tesis. La exportación intensificada de capitales a las colonias y países dependientes; la extensión de las ‘esferas de influencia’ y de los dominios coloniales, que llegan a abarcar todo el planeta (…)

«De aquí se desprende la segunda conclusión: agudización de la crisis revolucionaria en las colonias; acrecentamiento de la indignación contra el imperialismo en el frente exterior, en el frente colonial.

«Tercera tesis. La posesión monopolista de las ‘esferas de influencia’ y de las colonias; el desarrollo desigual de los países capitalistas, que lleva a una lucha furiosa por un nuevo reparto del mundo entre los países que ya se han apoderado de los territorios y los que desean obtener ‘su parte’; las guerras imperialistas, como único medio de restablecer el ‘equilibrio’ roto; todo esto conduce al fortalecimiento del tercer frente, del frente intercapitalista, que debilita al imperialismo y facilita la unión de los dos primeros frentes el frente proletario y el frente de la liberación colonial contra el imperialismo.

«De aquí se desprende la tercera conclusión: ineluctabilidad de las guerras bajo el imperialismo e inevitabilidad de la coalición de la revolución proletaria de Europa con la revolución contra el frente mundial del imperialismo.

«Lenin suma todas estas conclusiones en una conclusión general: ‘El imperialismo es la antesala de la revolución socialista’».

En la misma obra Stalin explica: «Lenin llamó al imperialismo ‘capitalismo agonizante’. ¿Por qué? Porque el imperialismo lleva las contradicciones del capitalismo a su último límite, a su grado extremo, más allá del cual empieza la revolución». Entre estas contradicciones, según Stalin, «hay tres que deben ser consideradas como las más importantes:

«La primera contradicción es la existente entre el trabajo y el capital. El imperialismo es la omnipotencia de los truts y de los sindicatos de monopolistas, de los bancos y de la oligarquía financiera de los países industriales. En la lucha contra esta fuerza omnipotente, los métodos habituales de la clase obrera sindicatos y las cooperativas, los partidos parlamentarios y la lucha parlamentaria resultan absolutamente insuficientes (…)

«La segunda contradicción es la existente entre los distintos grupos financieros y las distintas potencias imperialistas en su lucha por las fuentes de materias primas, por territorios ajenos (…) La particularidad de esta lucha furiosa entre los distintos grupos de capitalistas es que entraña como elemento inevitable las guerras imperialistas, guerras por la conquista de territorios ajenos. Esta circunstancia tiene, a su vez, la particularidad de que lleva al mutuo debilitamiento de los imperialistas, quebranta las posiciones del capitalismo en general, aproxima el momento de la revolución proletaria y hace de esta revolución una necesidad práctica.

«La tercera contradicción es la existente entre un puñado de naciones ‘civilizadas’ dominantes y centenares de millones de hombres de las colonias y de los países dependientes (…) Pero al explotar a esos países, el imperialismo se ve obligado a construir ferrocarriles, fábricas, centros industriales y comerciales. La aparición de la clase de los proletarios, la formación de una intelectualidad del país, el despertar de la conciencia nacional y el incremento del movimiento de liberación son resultados ineluctables de esta ‘política’ (…) Esta circunstancia es importante para el proletariado, porque mina de raíz las posiciones del capitalismo, convirtiendo a las colonias y a los países dependientes, de reservas del imperialismo en reservas de la revolución proletaria»3.

Como vemos, en esta exposición de las principales contradicciones del imperialismo que hizo Stalin en 1924 no aparece la contradicción que enfrenta al capitalismo con el socialismo que, posteriormente, los revisionistas modernos presentaron como la principal o más importante de nuestra época. De ahí la política revisionista tendente a subordinar el movimiento obrero revolucionario y los movimientos de liberación nacional de los países coloniales y dependientes a la solución pacífica de dicha contradicción, lo que en la práctica se tradujo en una política de capitulación en toda la línea ante el imperialismo, a la vez que planteaba la posibilidad de acabar con la guerra bajo el imperialismo y de una transición pacífica y parlamentaria al socialismo.

Para Jruschov, Breznev y compañía, la URSS había dejado de ser una parte de la revolución mundial, a la cual debería servir, para erigirse en el componente principal a cuyos intereses debían subordinarse todos los demás. Esta posición, como es bien sabido, fue criticada por el PCCh y otros partidos comunistas en toda una serie de importantes cuestiones relativas a la naturaleza supuestamente pacífica del imperialismo, sobre la transición parlamentaria al socialismo, etc. Sin embargo, en la polémica mantenida con los revisionistas modernos, quedaron veladas otras importantes cuestiones de este mismo problema, a la vez que se avanzaron tesis nuevas que han originado una gran confusión dentro del movimiento comunista internacional.

Entre esas tesis destaca la que considera la contradicción entre el imperialismo y los pueblos y naciones, como la principal o más importante de nuestra época. También aquí, como sucede con las tesis de los revisionistas soviéticos, desaparece del globo terráqueo la contradicción entre el trabajo y el capital, y se acaba convirtiendo al imperialismo de los EEUU en el enemigo n° 1. Posteriormente, este primer puesto en el ranking internacional de los enemigos de la revolución sería compartido, en el análisis de los chinos, por el socialimperialismo soviético. De aquí a la teoría de los tres mundos, no había más que un paso, y este paso fue dado al día siguiente de la muerte de Mao: a partir de aquel momento, la URSS y los EEUU formarían el primer mundo; los países imperialistas como Francia, Japón y Alemania, formarían el segundo mundo, y todos los demás, incluida China, pasarían a engrosar las filas revolucionarias del tercer mundo.

En la concepción de los revisionistas chinos, el segundo y tercer mundo podrían unir sus fuerzas para luchar contra el primer mundo, especialmente contra el socialimperialismo soviético, que de esa manera adquiría el rango de enemigo n° 1. Pues bien, ya sabemos lo que ha sucedido con este principal enemigo de los pueblos. Lo que ha permitido a los mandarines chinos arrojar a la basura toda su bisutería teórica marxista-leninista-maoísta para adoptar, junto a los nuevos imperialistas rusos, la nueva doctrina de la multipolaridad, con lo que buscan desesperadamente hacerse un hueco junto a las grandes potencias imperialistas que luchan por repartirse de nuevo el mundo.

1 Lenin: Bajo pabellón ajeno, 1915.

2 Lenin: Sobre la caricatura del marxismo y el “economismo imperialista”, 1916.

3 Stalin: Los fundamentos del leninismo.